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miércoles, 5 de marzo de 2014

La vida es una puta!

¡La vida es una puta!

Y si. La vida es una puta con sentido del humor. Se burla de la gente y tiene la facultad de destruir la moral en un par de segundos. Gusta de recordarnos lo que hemos perdido, jactarse de lo que no hemos conseguido y aún peor, restregárnoslo en la cara.

Ahora que ya he pasado por mi catarsis existencial, me he dado cuenta de lo cabrona que es; y lo peor del caso es que, a pesar de lo que muchos dicen y aseguran, no lo hace con un propósito (a menos que alguien se dedique a buscar el lado positivo de las cosas).

No está por demás decir que he aprendido algo. A través de los años las historias se repiten de una u otra forma. No con intensión, por supuesto, he estado reviviendo situaciones o escenarios que esperaba no se repitieran. Sin embargo la vida se toma la molestia de ponerme frente a hechos que no debieron haber sido, sin ninguna finalidad aparente. 

Cada año, sin necesidad de que nadie me lo recuerde, vivo un estado de regresión que me mantiene cuerdo y centrado. Con los pies en la tierra, vaya. Esto como un ritual de "desprendimiento" donde me obligo a recordar las cosas que la muy indecente me hizo vivir; recuerdo quién soy, de dónde vengo y a donde quiero ir. Este año fue un poco menos sutil. Me vi bombardeado por muchos recuerdos innecesarios de personas, cosas y hechos que ya debieran estar enterrados profundos en la historia, todos juntos.

Y es que si bien ya he aprendido diferentes lecciones de vida gracias a ella, no le bastó a la muy desgraciada para hacer que cada una de estas cuestiones vinieran a flote en un momento, que si bien pudo haber sido peor, definitivamente pudo haber sido uno diferente.

Este año y el pasado han sido atroces en muchos aspectos. Una a una, las situaciones se fueron acumulando hasta llegar a un punto que colmaron mi punto de control (curioso que fue solo en un ámbito de mi vida). Ánimo es lo último que me quedaba; me fue medio de la chingada, pues.

Y no es que en años anteriores me haya ido súper  bien, simplemente que me mantuve ocupado y distraído con cosas que, en ese momento me eran más importantes. Ahora, después de haber atravesado por una etapa tan complicada (pero en absoluto mala), aprendí a medir mucho mejor mis tiempos, mis actividades y mis momentos libres. Ahora que mi vida se centra en un trabajo que solamente abarca 9 horas de mi día, el resto de las 15 horas me quedan para mi, para pensar y recordar cosas que ahora me hacen falta y ya no tengo o puedo tener.

A pesar de todo, me considero una persona fuerte, pero mi mayor problema es que soy confiado y (tal vez demasiado) noble. Creo mucho en las personas, y veo detrás de cada una de las que considero importantes o interesantes. Me propongo llegar más allá de lo que las personas me dicen y busco conocer a fondo a quienes pienso valen la pena. 

El problema es que en general me enfoco en ver sólo las cosas buenas de la gente que ya desde antes he idealizado. Entonces, cuando alguien erra y corta mi idealización, el golpe se hace más fuerte.

Siendo así, me quedo con la peor parte de las personas, y cambiar lo que alguna vez pensé de ellas es por demás difícil. 

Lo que he aprendido aquí es que, por más puta que sea la vida, siempre puede ser un tanto peor; por mas cabrona que sea la gente, siempre puede ser peor; y por más difícil que sea la situación, siempre puede ser mejor, pero eso depende completamente de cómo se atreva a verlo cada quien

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